LA MERECIDA CAIDA DE HÉBERT - PAPÁ DUCHESNE
El 24 de marzo de 1794, es decir, 1 año, dos meses y 3 días después de la ilegal, injusta y cobarde ejecución del Rey Luis XVI, 5 meses y 8 días después de la igualmente ilegal, injusta y cobarde ejecución de la Reina María Antonieta, fue guillotinado el acelerado Jacques René Hébert y algunos de sus compinches, grupo conocido como los Hébertistas o Enragés.
Haciendo uso abusivo, como buen patán que era, de la libertad de expresión y el respeto que el Rey Luis XVI le daba al pueblo, este dizque periodista hizo de su modus vivendi la calumnia, la difamación y el libelo, con un lenguaje de lo más soez digno de su bajeza.
Enfiló sus baterías, como buen cobarde, con una rabia desmedida contra una mujer: la Reina María Antonieta y gozó lo indecible cuando ella quedó desprotegida, y no contentándose este pasquinero con martirizarla, y enviarla a la guillotina bajo acusaciones tan burdas como su mente, si no también tuvo que participar en el decreto de profanación de un inocente: la tumba del Primer Delfín, Louis Xavier José, la misma noche en que ejecutaron a la Reina.
Él fue, ante la enorme sorpresa del bestial Robespierre, quien maquinó la suprema villanía de tratar de presentar ante el mundo y la posteridad, a Luis Carlos como el responsable de la condena a muerte de su madre, la Reina y su tía Madame Elisabeth. Y a ellas como unas degeneradas sexuales. Afortunadamente, esto no convenció a nadie, más sin embargo, en el proceso sí se utilizó la acusación para enviar a la Reina y a Madame Elisabeth al patíbulo.
En el archivo de octubre/2007, podemos saber de su celo y su gran alegría ante el cobarde asesinato de la Reina. “La Máxima Villanía Contra Luis Carlos y María Antonieta”.
Pero, víctima de su propia soberbia y de la ralea de sus mismos compinches, cayó de la gracia de ellos y se enfrentó al mismo Robespierre, por diferencias en el aspecto religioso, éste lo mandó arrestar el 10 de marzo de 1794.
El que fue tan cruel, tan corrosivo contra la Reina, que gozó inmensamente con cada golpe moral y físico contra María Antonieta en conjunto con las otras bestias aceleradas (arrebatarle a su hijo violentamente, enviarla a la celda más húmeda en La Concergierie, confiscarle sus más personal pertenencias, como los cabellos de sus cuatro hijos, su reloj de pulsera que trajo de Austria, no entregarle nunca el anillo de bodas que le devolvió su esposo antes de su ejecución ni su despedida ni el sello real para Luis Carlos, hacerla subir a una carreta en las peores condiciones tirada con bestias de trabajo, hacerla insultar en el trayecto, entre otras muchas), se comportó como lo que verdaderamente era en su más íntima condición, un ruin y cobarde, pues en el trayecto hacia la guillotina, no cesaba de lloriquear, de gritar y maldecir y, dicen, que al ver la guillotina se desmayó.
No dejaba de lloriquear llamando a su esposa, una ex monja, que también había sido arrestada y lamentándose por la pequeña hija que dejaría huéfana. Su esposa fue guillotinada también sólo que 24 días después que él.
El encabezado usual de su asqueroso pasquín decía: “El Padre Duchesne (o Papá Duchesne) está encolerizado por : ....... y agregaba sus porquerías llenas de veneno y basura.
Pues el encabezado de su última edición, el día de su ejecución, fue esta: “Papá Duchesne está encolerizado de ver rodar su cabeza por tierra”. Nosotros hubiéramos cambiado el de “encolerizado” por “feliz”. Es más que posible que estos hilos los haya manejado la mano vengadora del Barón de Batz.
¡El que a hierro mata, a hierro muere!
Etiquetas: acelerados, enigma temple, hébert, luis XVII, pére duchesne, revolución francesa
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