lunes, mayo 11, 2009

MACABRO EPISODIO DEL CONDE DE PROVENZA Y LOS PRINCIPES LUIS JOSE XAVIER Y LUIS CARLOS


Siempre fue público y notorio el sentimiento que tuvo el Conde de Provenza hacia su hermano mayor, el Rey Luis XVI, al que calificaba como no apto para gobernar y nunca tuvo empacho en decirle a quien le prestara oídos para expresar que él sí tenía la capacidad de llevar las riendas del reino.
Igual, siempre se encargó, Luis Estanislao, de no ocultar jamás su fuerte antipatía por su cuñada, la Reina María Antonieta, una antipatía que llegó a profundidades increíbles, al grado de despreciar a sus sobrinos y coincidentemente, a los varones más que a las mujercitas.
Y decimos coincidentemente porque, de faltar el Rey, sería él quien automáticamente recibiría el cargo.
Si vemos en resumen los siguientes factores de ese odio y desprecio aquí están unos cuantos:
La Reina María Antonieta no simpatizó nunca con él y en cambio se llevó de maravilla con el hermano menor, el Conde d’Artois, tanto que al nacer su primogénito, el Duque d’Angouleme, Luis Antonio, -se dijo- lo comprometieron con la primera hija de la Reina que aún no nacía y que sería María Teresa Carlota (Madame Royale).
La tardanza en consumarse el matrimonio entre Luis XVI y la Reina, que dieron lugar a muchos comentarios adversos contra ella, alimentaba las esperanzas de Luis Estanislao.
Se tardaron 8 años en consumar el matrimonio y el primer producto fue: ¡UNA NIÑA!
Por supuesto que esto lo hacía sentir ya tocar con la punta de los dedos el cetro y la corona.
Pero ¡Ay, dolor! En 1781, llega el ansiado Delfín: Luis José Xavier, desbaratando el castillo de ilusiones de Luis Estanislao.
Otro golpe que contribuyó a la gran amargura y todavía más profundo odio en contra de la Reina, fue que, la esposa de Luis Estanislao, después de varios abortos, no pudo ya concebir hijos, quedando él sin esperanza de tener herederos.
Tanto que sin importarle los sentimientos de su hermano mayor y mucho menos el honor, repetía con saña que el Primer Delfín podría no ser hijo de Luis XVI, sino del Duque de Coigny.
Igual, a la llegada en 1785 del que sería Segundo Delfín y nuestro Sol Robado, Luis Carlos, al mandarlo este acontecimiento al tercer lugar en la línea de sucesión, con amargura repetía, por todos lados, que este niño podría ser hijo del Conde Axel von Fersen, por la cercana amistad y gran admiración que von Fersen sentía por la Reina.
Uno de los rumores que se dice corrió en la corte a escasos días del nacimiento de Luis Carlos, fue uno muy escalofriante:

Contó el Conde de Provenza, que al entrar a sus habitaciones, uno de sus asistentes le comentó que había aparecido un sobre negro rotulado con letras blancas, dirigido a él, con el señalamiento de que era “Personal”. El Conde tomó el sobre y lo abrió, sacando otro sobre, igualmente, dirigido a él y que agregaba “Debes de estar solo”, por lo que le pidió a su asistente salir de la habitación.
Ya en total soledad y al desdoblar la hoja del mensaje leyó las siguientes palabras:
“Tú no te preocupes, los dos príncipes, supuestos herederos de la Corona, no vivirán el tiempo suficiente para llegar a reinar, pues no gozan de buena salud, por lo que serás tú el que lleve el título de Rey”
y, según se dijo, firmaba “La Muerte” y le anticipaba no tratar siquiera de investigar quien podía haber llevado ese mensaje a su habitación, con la amenaza de que si lo hacía perdería la vida.
Verdad o mentira del Conde de Provenza, los hechos nos indican que ninguno de los príncipes reinó, pues aunque Luis Carlos, fue proclamado Rey, tanto en la prisión por su madre, tía y hermana, y en el exilio por el propio Luis Estanislao, además de que fue reconocido como el monarca legítimo de Francia por todas las potencias extranjeras, incluyendo los Estados Unidos, nunca reinó de facto.
Todo esto contribuyó a que a su regreso en 1814 a Francia, después de la estruendosa caída de Napoleón, jamás se hicieron intentos serios por buscar el paradero de los restos de Luis Carlos. Tanto así que jamás se le rindieron homenajes ni se celebraron misas, por lo menos por parte del gobierno monárquico de Luis XVIII. Unos años después, precisamente, el 8 de junio, aniversario de la muerte del pequeño Luis Carlos, se celebró fastuoso baile en la corte, siendo esto incomprensible causando escándalo tanto en la opinión pública en Francia como en toda Europa y mucho más por las circunstancias que rodearon el deceso del niño.
A la princesa Madame Royale, es obvio que la aceptó por motivos políticos, pues en la situación en la que se encontraba quien más podía darle el espaldarazo de legitimidad y que necesitaba. Madame Royale no se dio cuenta nunca que solo fue una herramienta en manos de su ambicioso tio y si lo hizo, ella estaba en tal condicion de apoyo familiar y moral que, tal vez, haya preferido callar a aclarar la situacion.
También hubo enormes sospechas de que, tal vez, al estar en negociaciones secretas con los Acelerados, uno de los acuerdos haya sido desaparecer a Luis Carlos, y no dejar el mínimo rastro, tanto así que se insistió que cuando María Teresa, ya instalados los Borbón de nuevo en Francia, buscaba afanosamente cualquier indicio por mínimo que fuera para encontrar a su hermanito, lo hacía a ¡¡¡ espaldas de su tío!!!. 

En esas búsquedas oyó decir que Jeanne la viuda del zapatero Antoine Simón (quienes lo tuvieron como sirviente a Luis Carlos en El Temple de julio de 1793 a enero de 1794) contaba que ellos lo habían sacado de la prisión escondido en una cesta de ropa sucia, Madame Royale fue a visitarla al hospital de los Incurables, días después se presentaron agentes del gobierno de Luis XVIII a visitar a la viuda y ésta calló para siempre. La viuda Simón ya no quiso dar más datos de lo que por años había propalado a los cuatro vientos.
Cuando se hablaba del pequeño Luis Carlos en reuniones de la corte, Luis XVIII se refería a él como “¡Ah, sí! ese chiquillo, el hijo de von Fersen”.
Próximamente incluiremos la biografía y detalles del Rey Luis XVIII en donde veremos cuán duro fue con su hermano, el Rey Luis XVI, al grado de que hubo grandes sospechas de que estuvo a punto de aliarse con los Acelerados. (Recordemos que seguía los pasos del Duque d’Orleans, Felipe Igualdad, con el mismo propósito: ceñirse la corona). Se cuenta también que después de que Luis XVI envió a sus dos hermanos y sobrinos fuera de Francia, para conservar la dinastía pues sospechaba que él y Luis Carlos serían asesinados, también pudiera haber dejado un escrito en el que, por su comportamiento en contra de él, lo excluía de la línea de sucesión.

Parece ser que por todo lo anterior a Luis XVIII no le costó ningún trabajo concertar el acuerdo, entre muchos, con los Acelerados que quedaban en el gobierno, al caer Napoleón, de no perseguir y mucho menos castigar a los que atormentaron y asesinaron a su hermano el Rey Luis XVI, a la Reina, al pequeño Luis Carlos ni a su propia hermana Madame Elisabeth: todo con tal de gobernar. Y los sanguinarios Aceleradors que se autoproclamaban orgullosamente como "Regicidas" , entre ellos Fouché, vivieron felices, ricos y libres de culpa. Y Luis Estanislao, ex Conde de Provenza, ya Luis XVIII logró reinar durante 10 años, sucediéndolo el hermano menor, Carlos Felipe, ex Conde d'Artois, y suegro de Madame Royale, como Carlos X.
Una de las virtudes que se le reconocen a Luis Estanislao es que tenía gran habilidad para la política.

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-Última imagen (perfil) del Rey en vida y en prisión ¡Qué personalidad tan fuerte irradiando autoridad y majestad!-

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